Aprovechando que este año el huerto va muy adelantado y ya tengo cantidades más que aceptables de tomates, he empezado a secar algunos, porque luego, en invierno, da gusto poder disponer de ellos, tanto para guisos como para aperitivos, ensaladas, o simplemente, acompañamiento de bocadillos.
Además, estos días en los que estamos batiendo record de temperaturas son ideales, calor y muy poca humedad ambiental, colaboran en que el proceso sea más rápido. ¿Y cómo es el proceso?
Muy sencillo:
– En primer lugar partimos los tomates por la mitad, yo estoy utilizando este año, además de los de tamaño mediano, unos cherry de pera un poco más grandes de lo habitual, y también los típicos cherry redondos que luego decorarán mejor y no tendremos que partirlos.
– Rociamos los tomates con sal por la parte de arriba, que los protegerá de insectos, y colocándolos en una bandeja, por ejemplo de acero inoxidable, los ponemos al sol. En una semana más o menos, o incluso antes, los tomates estarán secos, pero eso sí, tendremos que tener la precaución de recogerlos en casa por la noche, para que no cojan humedad.
– Una vez secos, los podemos conservar en aceite, para poderlos usar en invierno o cuando queramos:
Tomates, sal, sol y tiempo.
Esa sería simplemente la fórmula mágica para secar nosotros mismos tomates.
Cuando los vemos en pequeñas bolsitas en tiendas delicatessen y a altos precios, a veces de procedencia italiana lo que les hace aun más “especiales” –puro buen marketing-, no somos conscientes que con un mínimo esfuerzo podemos tener en nuestra despensa tomates secos para elaborar deliciosas recetas, e incluso regalar a nuestras amistades como un objeto de “lujo gastronómico”.
Otra forma de consevación sería así:
Ingredientes:
Tomates secos.
Aceite de oliva.
2 dientes de ajo.
4 hojas de albahaca.
2 hojas de laurel.
Media cucharadita de tomillo.
Media cucharadita de orégano.
1 tarro de cristal.